(Madrid, 22 de Septiembre. O’kuroku).- Recientemente leí un artículo publicado en Koi-nya sobre como el anime distorsiona la visibilidad de ciertos colectivos. En específico sobre el tema del matrimonio entre mujeres y la diversidad sexual en el anime.

El artículo aborda un tema interesante, el intento de minimizar el impacto del yuri-bait al dibujar a alguna de las chicas dentro de una pareja con clara intención lesbica, vestida de hombre.

El texto fue redactado usando de excusa una postal de Kobayashi-san chi no maid dragon. En la misma, el personaje se casa con un esmoquin. La autora insiste en que más allá de un problema con la decisión estética de vestir al personaje de hombre, su crítica va a las ideas heteronormativas que permean generalmente al anime.

Personalmente pienso que el artículo araña la superficie de un problema, pero obvia uno si se quiere más importante: el anime se hace en Japón. Vaya obviedad dirán, pero esto significa que el anime, como industria está atado a las convenciones sociales de un país donde incluso las relaciones heterosexuales tienen serios problemas.

En el anime -salvo excepciones- la representación de las relaciones amorosas heterosexuales es francamente problemática desde el punto de vista occidental. ¿Qué podemos entonces esperar de relaciones LGBT+? ¿De la diversidad sexual en el anime?  Más allá de la admiración que podamos sentir por Japón, es innegable que su sociedad no es perfecta. ¿Pero cuál lo es?

En el caso nipón, la población está cada vez más envejecida, la cantidad de nuevos nacimientos al año va en descenso, la economía está estancada y la deflación es un verdadero problema. Además, la sociedad sigue siendo muy machista. El tema de la desigualdad entre hombres y mujeres es muy marcado, pese a que el gobierno de Shinzo Abe viene promulgando las «womenomics», para cerrar la brecha y relanzar la economía introduciendo a más mujeres en la fuerza de trabajo.

En estas circunstancias ¿Cómo podemos esperar que el anime sea progresista en las representaciones de las distintas identidades de género? Esto no pretende ser una defensa de la situación, sino una simple aclaratoria: el problema no es el anime, es la sociedad japonesa.

Y lo lento que asume los cambios.

Incluso la «progresista» sociedad occidental ha avanzado a paso de tortuga con el tema. Con más razón, una sociedad como la de Japón, lenta para asumir los cambios, demorará su tiempo en reflejar nuevos paradigmas.

Lo curioso es que el Japón antiguo era mucho más abierto al tema de la homosexualidad… pero la masculina. No hay que buscar demasiado en Google para darse cuenta que la clase militar (samurai), monástica y hasta el pueblo común aceptaba las relaciones entre hombres.

Hay muchas menos referencias históricas al sexo entre mujeres. La razón es simple: la japonesa es una sociedad que gira alrededor del hombre. De hecho, mujeres y hombres que se sienten atraídos por el mismo sexo y no tiene un matrimonio con alguien del opuesto, no son considerados adultos.

Pero volvamos a lo que nos atañe… el anime.

Relaciones románticas positivas en el anime

En nuestra web el tema de las relaciones de pareja dentro del anime es habitual.  Uno de nuestros redactores básicamente descalifica a muchos anime por su tratamiento del tema. A extremos que no compartimos la mayoría de los otros. Y sin embargo, su punto es válido.

Salvo honrosas excepciones recientes, como Tsuki ga Kirei, que nos muestra una relación de una pareja de estudiantes de secundaria perfectamente normal para su edad, el anime apunta en otra dirección. Lo normal es que uno de los integrantes -o los dos- de las prospectivas parejas románticas tenga alguna tara mental. O el hombre tiene un miedo paralizante a hablar con mujeres, o la chica tiene una personalidad problemática que encaja en algún estereotipo que termina en «dere».

También hay casos de series harem en las que el hombre, que carece de ninguna cualidad destacable, despierta el interés de una cantidad ingente de mujeres. O el reverso, que también ocurre. En otras series, en especial del género deportivo, las mujeres están prácticamente ausentes y, como en Kuroko no Basket o Prince of Tennis, se desatan las shipping wars… entre fanáticas del yaoi.

Más común aún son las parejas de epílogo, desdeñadas hasta el hartazgo por ese redactor nuestro que ya mencioné. Esas que como en Bleach, se aprovechan de las shipping wars para ganar popularidad y luego nos muestran emparejamientos en el episodio final. Si bien es cierto que el romance heterosexual abunda en el anime como medio, en general las relaciones progresan a un ritmo enloquecedoramente lento, al punto de parecer totalmente irreales para un occidental. Pero que en efecto, son representaciones bastante cercanas de la realidad japonesa.

Si ese es el caso ¿Qué podemos esperar de relaciones que se salen de la «normalidad»? En un país donde el tener familia es un deber y donde la presión social por casarse y procrear es abrumadora ¿Cómo esperar representaciones positivas de diversidad sexual en el anime o de vida en pareja entre personas del mismo sexo?

Es un reclamo válido, si, pero quizás, un poco prematuro. Ya llegará Japón a ese punto y al hacerlo, el anime empezará a reflejarlo. Pero de momento, vamos paso a paso.


Tema Vetado es el nombre del Blog Personal en desuso de Amilcar Trejo. El nombre se debe a esos temas que ocasionan debates que pueden subir de tono, como la política, religión y deportes. Fue el nombre de su columna deportiva en Diario El Aragüeño en Maracay, Venezuela y luego en Diario de los Andes, en Valera, Venezuela. Ahora lo rescatamos para hablar de frikadas.

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