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FanFic Cross Ange: La Venganza de los Antiguos 9

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FanFic Cross Ange

Cross Ange: 天使と竜の輪舞 (Rondó de Ángeles y Dragones)
La Venganza de los Antiguos
Por Shougo Amakusa

Capítulo 8
Se desata la Tormenta

– Comandante General, Señor. Aquí Dominic listo para presentar el reporte de la misión – dijo Dominic de forma marcial.
– Enterado. Ya hemos recibido toda la información que preparaste y la estamos empezando a analizar, así que puedes empezar tu exposición.

Dominic entonces procedió a relatar con detalles todo lo que había vivido desde su llegada a la Tierra Verdadera. Desde la confirmación de la traición de Alektra hasta el juego de laria. Lo único que dejó por fuera fue su relación con Salamandinay, pues consideraba que era demasiado personal y que no tenía relevancia en la misión.

Andrew escuchó con mucho detenimiento y obviamente no pudo evitar sorprenderse con todo el asunto de las Norma no siendo el enemigo. El Comandante General no demoró en pedir pruebas y explicaciones mucho más pormenorizadas que sustentaran esas afirmaciones y Dominic, quien sabía de antemano que ello ocurriría, cumplió a cabalidad el requerimiento.

– ¡Vaya! Esto es realmente increíble. Lo que dices cambia por completo todo – dijo Andrew aún en shock.
– Lo sé, Comandante, por eso no me atreví a reportarlo hasta no estar totalmente seguro – respondió Dominic – Comandante, permiso para hablar libremente – pidió el joven tras un momento de silencio.
– Concedido.
– Creo que si logramos establecer una alianza con las Norma podemos incluso pedirles que nos reciban en este planeta. La cantidad de recursos y posibilidades son más que suficientes para que podamos establecernos aquí – indicó el muchacho resolutivo.
– Entiendo. Sí, por lo que cuentas, esa es una muy buena posibilidad, sobre todo considerando el caos que se vive aquí – aceptó Andrew – Sin embargo, comprenderás que no es fácil aceptar todo esto. Son muchos años de odio y desconfianza como para pretender que todo cambie de un día para otro.
– Sí, lo sé – dijo Dominic empezando a lucir abatido.
– Pero no te desanimes tan pronto, muchacho. Has hecho un gran trabajo. Con todos los datos que nos has suministrado, será fácil que los demás escuchen la verdad – dijo Andrew para animar al otro – Sin embargo, creo que sería mucho más contundente si pudieras traer a un representante de ellos a conversar con nosotros – agregó el Comandante.
– ¿Un representante? – preguntó Dominic contrariado – ¿Desea que lleve a una Norma a la base?
– ¡No! Esto debemos manejarlo con mucho tacto y traer a una Norma aquí causaría un revuelo que impediría que la gente escuchara – aclaró Andrew – Creo que lo más adecuado sería que viniera una de las líderes de los dragones. Después de todo, ellos no participaron en la primera batalla contra Embryo; y aunque actualmente están aliadas a las Norma, es más fácil que sirvan de mediadores y enlace para que nuestra gente acepte la verdad, de cara a una futura negociación para una alianza – agregó el Comandante con convicción.
– ¡Claro! Tiene toda la razón y creo que podré lograrlo sin mucho problema – respondió Dominic recuperando la alegría y pensando en que Salamandinay era la candidata perfecta para esa misión – Al terminar aquí le diré a Tusk y los demás para preparar todo.
– Hmmm, no creo que sea buena idea revelar nuestra existencia hasta que no logremos un acuerdo – dijo Andrew mostrando cara de preocupación – Esto es un asunto muy delicado, muchacho. Cualquier error podría desatar un conflicto que quizás luego no se pueda detener. Entiendo tus ganas, pero no podemos pecar de exceso de entusiasmo. Es mejor ser cautelosos – añadió el Comandante haciendo que el otro se sintiera apenado.
– Claro, disculpe, Señor.
– No te preocupes, en estos momentos tu juventud juega en tu contra; por eso te lo explicaré mejor. Revelar nuestra existencia podría generar suspicacias en nuestra gente. Incluso, muchos podrían considerar que te has vendido – señaló Andrew – Si permitimos que ese tipo de opiniones prolifere entonces ya podemos olvidarnos de cualquier tipo de alianza. Incluso, peor, eso podría dividirnos – finalizó el Comandante de forma solemne.
– Tiene razón, Comandante. Debí pensar mejor las cosas – se reprochó a sí mismo, Dominic – Pero será complicado convencer a uno de los líderes de los dragones de ir a la otra Tierra sin decirle la verdad.
– Toma el tiempo que necesites, muchacho. Además, no es necesario que te compliques. Sólo espera un momento en que esa persona esté sola y la traes con tu Ragna-mail – dijo Andrew con mucho tacto.
– ¿Pero eso no sería secuestrarla?
– En el momento en que esa persona esté acá y le expliquemos todo, es seguro que termine entendiendo. La perspectiva de una alianza con nosotros borraría cualquier molestia de su parte. Y aún si eso no sucediera, pues yo personalmente me disculparía por nuestro comportamiento – respondió el Comandante.
– Entendido, una vez que prepare todo les informaré – dijo Dominic con renovada resolución – Permiso para desconectar.
– Concedido – autorizó Andrew y la comunicación se cortó – ¡Teniente Hans!
– Comandante General, Señor – respondió Hans haciendo el saludo marcial.
– Informa al equipo de operaciones que nuestro efectivo en la otra Tierra ha sufrido un lavado de cerebro por parte de las Norma; y que es necesario preparar el Plan B de inmediato – ordenó Andrew con mucha preocupación reflejada en el rostro.
– Entiendo, Señor – dijo Hans sin poder creer lo que estaba pasando.
– Por ahora creo que he podido contener la amenaza, pero es necesario estar listos para actuar en cualquier momento.

Hans salió de inmediato a cumplir las órdenes del Comandante General quien se quedó de pie pensando en varias cosas.

– Fue totalmente acertado usar a un joven novato como Dominic en esta misión. Su ingenuidad y falta de experiencia le hacen fácilmente manejable – pensó Andrew mientras asentía – Para cuando se dé cuenta de todo, ya nosotros habremos tomado el control… – agregó el hombre convencido – No voy a permitir que nadie nos arrebate nuestra venganza… – terminó pensando el Comandante mientras mostraba una sonrisa de suficiencia.

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Dominic se quedó reflexionando sobre lo que el Comandante le había dicho y terminó aceptando que tenía razón. Después de todo, esa era su primera misión, mientras que el máximo líder tenía amplia experiencia en la materia; además, lo importante era que había aceptado que las Norma no eran el enemigo e incluso estaba dispuesto a preparar todo para formar una alianza.

El panorama no podía lucir mejor para el muchacho, quien mantuvo se opinión de que la mejor persona para servir de enlace era Salamandinay. Aunque Dominic no quiso revelar su relación con ella, el antiguo sabía que dadas las circunstancias, la princesa era perfecta para ese papel.

Obviamente, él sabía que Salamandinay seguramente se enojaría mucho al enterarse de todo, pero estaba convencido de que una vez que le explicara la situación, la mujer entendería; y a partir de allí podrían seguir juntos sin ninguna sombra por la que preocuparse.

El antiguo decidió esperar una semana y luego avisó a la base que al día siguiente llegaría con la representante de los dragones. Andrew le felicitó por su eficiencia y le aseguró que la tratarían como huésped de honor; además de ratificarle que le pedirían disculpas por hacer todo de forma clandestina.

Fue así entonces que Dominic invitó a Salamandinay a dar un paseo en su Ragna-mail la tarde del día siguiente. La princesa no dudó en aceptar porque le encantaba compartir con el hombre; además, no era la primera vez que ambos salían de esa forma. Incluso, un par de veces decidieron intimar en la cabina del Ragna-mail del chico. No por nada, ambos estaban descubriendo los placeres del sexo y cualquier lugar era bueno para satisfacer sus deseos.

De pronto, Dominic respiró profundo y comenzó a visualizar su base mentalmente; instantes después, el Ragna-mail abandonó la Tierra Verdadera. Salamandinay fue tomada totalmente por sorpresa ante el cambio de escenario y tras asimilar lo que había ocurrido decidió encarar al hombre buscando respuestas.

– ¿Qué sucede Dominic? ¿Por qué hemos viajado a la Tierra Falsa? – preguntó Salamandinay poniéndose a la defensiva, pero sin perder la confianza en él.
– Sala, primero que todo quiero que entiendas… – empezó a decir Dominic, pero fue interrumpido por la aparición de varios Para-mail que rodearon a su nave.
– ¡¿Eh?! ¡¿Qué es esto Dominic?! ¡¿Qué está pasando?! – dijo la princesa en voz alta temiendo que algo terrible estaba a punto de suceder.
– Por favor, confía en mí, todo estará bien – dijo Dominic al tiempo que abría la cabina de la nave ante la mirada confundida de la mujer.

Sin embargo, en ese momento dos disparos se escucharon y tanto Dominic como Salamandinay quedaron inconscientes. De inmediato los recién llegados procedieron a tomarlos a los dos con el fin de llevarles a la base; mientras que uno de ellos ocupó la cabina del Ragna-mail del joven para pilotarlo.

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Dominic abrió los ojos y se dio cuenta de que estaba en una habitación del ala médica de la base. El muchacho se encontraba algo aturdido por los efectos del sedante, pero pronto espabiló y recordó que Salamandinay estaba con él por lo que de inmediato intentó ponerse de pie para buscarla. Sin embargo, una voz muy familiar le detuvo.

– ¿A dónde vas con tanta prisa muchacho? – preguntó Andrew de forma amable.
– Comandante, Señor. Algo extraño sucedió. Cuando llegamos, varios compañeros nos rodearon y nos atacaron – dijo Dominic más tranquilo al ver a su superior – Además, también atacaron a Salamandinay. ¡Necesito encontrarla y explicarle! ¡No podemos empezar a hablar de una alianza de esta forma! – exclamó de pronto con muchos deseos de dar con ella.
– No tienes que preocuparte por eso. Ella también está aquí – respondió el Comandante – Y respecto a tus compañeros. Ellos te piden que les disculpes… pero era necesario.
– ¿Necesario? ¿Por qué? – preguntó el muchacho incrédulo – Nosotros no hicimos nada para que nos atacaran.
– Era preciso neutralizar a la espía antes de que pudiera hacer algo – aclaró Andrew dejando a Dominic atónito.
– ¿Hacer algo? Disculpe Señor, pero no lo comprendo. ¿Qué podía hacer ella? Ni siquiera tenía idea de que venía para acá – indicó Dominic aun asombrado.
– Allí es donde te equivocas, muchacho. Ella sabía perfectamente que venía para acá. De hecho, eso era parte de su plan – dijo Andrew sin inmutarse.
– ¿Plan? Comandante, aquí hay un error. Ella vino porque yo la traje y en ningún momento le dije que la traería a nuestra base – explicó Dominic con vehemencia.
– Realmente debo admitir que hicieron un muy buen trabajo contigo. De verdad que crees en lo que estás diciendo – dijo el Comandante impresionado – Muchacho, desde que llegaste a la otra Tierra fuiste capturado y las Norma junto con las dragonas te hicieron un lavado de cerebro muy fuerte. Su plan era que trajeras a su agente como una mensajera con el supuesto objetivo de crear una alianza, y que así ellos pudieran adquirir inteligencia de nosotros con el fin de lanzar un ataque a gran escala – explicó Andrew mientras suspiraba – Te pido disculpas por haberte hecho pasar por todo esto. Pero a mi favor diré que jamás me imaginé que ellas descubrirían nuestras intenciones, ni que tuvieran un conocimiento tan avanzado de la mente humana.
– ¿Lavado de cerebro? ¡Comandante todo esto es un error! ¡Yo nunca fui hecho prisionero! Al contrario. Todo está escrito en el informe que les envié antes de venir. ¡¡Las Norma no son el enemigo!! – aclaró Dominic con desesperación.
– Vaya. También te hicieron creer que fuiste tú quien envió el informe. Debo admitir que su nivel de planificación es brillante – señaló Andrew – Muchacho, ese reporte lo hicieron ellas, tú no tuviste nada que ver. Cuando hiciste aquella transmisión de inmediato nos dimos cuenta de que algo no andaba bien. Tu personalidad no era la misma. Al principio lo atribuimos al tiempo que estuviste allá; pero luego al ver las imágenes con más detenimiento, descubrimos que detrás de ti había otra persona oculta en las sombras. Eso nos llamó la atención, por lo que procesamos el video y descubrimos que esa mujer te estaba indicando qué decirnos. En ese momento tomamos la decisión de que al llegar les retendríamos a ti y a la persona que trajeras para llegar al fondo del asunto. Obviamente cuando vimos que justamente había venido ella contigo temimos lo peor por lo que de inmediato te llevamos a servicios médicos para analizar tu estado. Fue entonces cuando confirmamos que habías estado sujeto a un proceso largo de inoculación que había afectado varias áreas de tu mente. El daño ha sido severo, pero por suerte no es irreversible y ya pronto iniciaremos el tratamiento para que te recuperes – explicó el Comandante dejando a Dominic aturdido.
– ¡No puede ser! ¿Me está diciendo que todos mis recuerdos son una mentira? ¡Eso es una locura! ¡Eso no es posible! ¡Aquí tiene que haber un error! ¡Esto tiene que ser un error! – gritó Dominic – Traiga a Salamandinay y seguro que todo quedará aclarado – pidió el muchacho.
– Definitivamente es inútil intentar razonar contigo. La inoculación ha sido muy profunda. Esas malditas incluso fueron tan crueles como para hacerte creer que la dragona era tu pareja – dijo Andrew suspirando – No me atrevía a autorizar el tratamiento para curarte porque es largo, doloroso y peligroso. Por eso preferí primero tratar de intentar ver si podía recuperarte de otra forma. Por desgracia, eso no será posible así que tendremos que arriesgarnos. Por tu propio bien, no podemos permitir que sigas así… Doctor, puede proceder. Autorizo el tratamiento – finalizó el Comandante dirigiéndose a un hombre quien llevaba una bata blanca.
– Entendido, procederemos de inmediato – respondió el hombre.
– ¡¡No!! ¡¡Por favor!! ¡Esperen! ¡Esto es un error! Esto es un… – gritó Dominic, pero poco a poco fue perdiendo la consciencia debido a un medicamento que le empezaron a administrar.

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Salamandinay despertó en una celda con poca iluminación. La mujer se sentía aturdida y confundida por los efectos del sedante, pero una vez que recobró los sentidos empezó a buscar una forma de salir del lugar. La princesa no entendía muy bien lo que había pasado, pero sospechaba que Dominic estaba involucrado.

El problema era que la mujer no podía estar segura, porque antes de perder la consciencia pudo ver que al chico también le habían disparado; por eso, antes de sacar alguna conclusión, decidió que era necesario tener más datos y para ello era preciso que escapara de aquel encierro.

No paso mucho tiempo antes de que se escucharan ruidos en el exterior de la celda y pronto un hombre vestido con bata blanca ingresó al sitio donde estaba la mujer. El sujeto tenía una expresión cálida e incluso se podría decir que aquella situación le incomodaba un poco.

– Señorita. Lamento que esté pasando por todo esto, pero era necesario por motivos de seguridad – dijo el hombre con voz afable.
– ¿Seguridad? ¿Qué me dice? ¿Me atacan por sorpresa, me sedan y luego me encierran por seguridad? ¿Qué sucede? ¿Quiénes son Ustedes? ¿Dónde estoy? ¿Dónde está Dominic? Quiero hablar con él. ¡Exijo hablar con él! – exclamó la mujer con firmeza.
– Dominic se encuentra bien. Él mismo me ha pedido que venga a hablar con Usted porque ahora se encuentra ocupado – explicó el hombre – También nos explicó que Usted era muy peligrosa y que era necesario tomar precauciones para evitar cualquier inconveniente.
– ¡¿Qué él dijo qué?! ¡¿Acaso está loco?! ¡No puedo creerlo! ¡Que venga él mismo a decírmelo a la cara!
– Dominic está finalizando el reporte de su operación encubierta – dijo el hombre con tranquilidad y ponzoña.
– ¡¿Misión encubierta?! – preguntó Salamandinay con una mezcla de asombro, pavor y rabia.

Fue entonces que el hombre le reveló buena parte de los detalles escritos en el reporte del muchacho. La información era tan precisa, tan detallada y tan clave que Salamandinay no podía explicar cómo él podía saber todo eso sin que alguien se lo dijera.

– Incluso Dominic nos contó que Ustedes mantuvieron relaciones íntimas y fue por eso que nos pidió que antes de hacer cualquier cosa intentáramos razonar con Usted – finalizó el hombre luego de acercarse para susurrar las palabras al oído de la mujer con el fin de dar la estocada final.

Salamandinay se sintió morir por ver su privacidad expuesta de esa forma. La princesa se sintió traicionada a muchos niveles y ni siquiera podía comprender el motivo de todo aquello. Era increíble cómo Dominic había engañado a todos mientras les espiaba, y lo peor fue que no tuvo escrúpulos para seducirla.

– ¡Qué considerado! Les pidió que razonaran conmigo primero – dijo Salamandinay con cinismo – Imagino que si eso no funciona entonces vendrá la violencia, ¿no es así? – agregó con mofa.
– Señorita, realmente no quisiera…
– ¡Ahórrese su tiempo! ¡No pienso decirles nada! Si quieren usar la violencia, bienvenidos – cortó la princesa con altivez.
– Bien, Señorita, si eso es lo que quiere… – dijo el hombre suspirando abatido mientras se dirigía a la puerta de la celda para darle paso a dos sujetos que lucían como matones.
– ¿Finalmente es nuestro turno? – dijo uno de ellos con malicia mientras se acercaba a la mujer.
– Recuerden lo que ordenó el Comandante. Pueden hacer lo que gusten excepto matarla o violarla. Una vez que se quiebre el Comandante la desea para él – indicó el hombre de la bata antes de marcharse – Por suerte, esos bárbaros creen que es virgen; sino, habría que montarles guardia las 24 horas – pensó mientras se alejaba de la celda.
– Muy buen, preciosa. Vamos a divertirnos un rato – dijo uno de los matones después de que el hombre de la bata salió.
– ¿Por qué no hablas un poco con nosotros? – dijo el otro con mofa, pero Salamandinay le escupió la cara a manera de respuesta – ¡¡Maldita ahora verás!! – gritó lleno de rabia al tiempo que pateaba a la dragona en el estómago.

Salamandinay sintió un profundo dolor en todo su cuerpo después de que el impacto la lanzara contra una de las paredes. La mujer había pensado en someter a los dos matones porque no estaba atada. No lo había hecho antes con el hombre de la bata porque imaginaba que había gente montando guardia fuera de la celda. Sin embargo, no pensó que los efectos del sedante le afectaría sus reflejos al punto de ser incapaz de evadir la patada del matón.

– Te gusta jugar rudo, ¿no? Muy bien, vamos a complacerte – dijo el sujeto que la había pateado al tiempo que se acercaba a ella y la levantaba tirando de sus cabellos.

Salamandinay no pudo evitar hacer un gesto de dolor, pero se mordió los labios porque no quería darles el gusto de gritar; obviamente que los matones tomaron eso como una provocación y el compañero de quien la había pateado empezó a pegarle puñetazos en el estómago y el vientre.

– Vamos a ver hasta cuándo te dura esa postura altanera – dijo el hombre mientras la golpeaba.
– Dominic… ¿Por qué me engañaste? ¿Qué te hice? – pensó Salamandinay mientras seguía recibiendo golpes – Eso es mentira, ¿verdad? Tú no me traicionaste y vendrás a salvarme, ¿verdad? ¡Sálvame Dominic! Por favor… – dijo para sí misma la Princesa haciendo un esfuerzo sobrehumano para contener sus gritos y sus lágrimas.

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Dominic despertó y lo primero que notó fue que no estaba en un lugar conocido. Fue entonces cuando sus recuerdos llegaron y el chico saltó del catre donde estaba acostado para dirigirse a la puerta de la habitación en la que se hallaba. Por unos segundos temió estar encerrado, pero sus miedos se disiparon al ver que la puerta estaba abierta.

Al salir, el muchacho siguió un pasillo y tras caminar un rato se dio cuenta de que estaba en la entrada de la oficina del Comandante. Dominic quiso entrar para preguntar que pasaba, pero la puerta estaba cerrada y cuando quiso tocar escuchó una conversación que le dejó helado.

– No puedo creer que las Norma hayan caído tan bajo – dijo Andrew totalmente conmocionado – Usar a Dominic como agente contra nosotros es rastrero incluso para ellas.
– Salamandinay al principio lo negó todo, pero pronto confesó. Ellos sospecharon de él desde el comienzo y se aprovecharon de su amigo Tusk para engañarle. Al parecer, Tusk fue rescatado por ellas y desde niño también sufrió un proceso intenso de inoculación al punto de que cree como cierta la versión de las Norma – comentó Hans mientras leía un reporte – La idea era que ella se infiltrara en nuestra base para espiarnos como paso previo para un ataque a gran escala.
– ¡¿Eh?! Pero, ¿Qué están diciendo? ¿Usarme? ¿Sala una espía? – preguntó Dominic incrédulo – ¡Tiene que haber un error! – exclamó para luego tratar de nuevo de abrir la puerta de la oficina del Comandante.

En esta ocasión, la misma abrió, pero cuando el joven entró de inmediato se percató que había llegado a otro lugar. Se trataba de una sala con una ventana de cristal, la cual permitía ver lo que sucedía en el recinto contiguo. Allí estaba Salamandinay, mostrando una expresión altiva, mientras hablaba con Andrew.

– Usar a Dominic fue muy sencillo, el chico es un pobre iluso que se tragó todo casi sin esfuerzo – dijo la mujer con sorna – Para ser franca, había momentos en que sentía lástima de él.
– ¡Eres una malnacida! ¡¿Crees que te saldrás con la tuya?! – dijo Andrew sumamente enojado.
– ¿Qué harán? ¿Matarme? – preguntó Salamandinay retadora – Te sugiero que inviertas tu tiempo en prepararte, porque en cualquier momento mis compañeras vendrán a terminar con todos Ustedes.
– Sala… ¿entonces todo es verdad?… No entiendo… ¿De verdad me engañaste? ¿De verdad me engañaron? – empezó a decir Dominic al tiempo que caía de rodillas al suelo – Pero, hay algo que no está bien… hace un momento estaba en la oficina del Comandante… ¿Cómo llegué aquí? ¿Por qué tengo lagunas? ¡¡¡AHHHHH!!! – gritó el joven mientras agarraba su cabeza con sus manos – ¡No! Esto está mal. Todo esto está mal. Sala no sería capaz de hacer algo así. Las Norma no pudieron armar una mentira tan grande sin saber que yo iba a ir. Algo no cuadra. Piensa, Dominic… ¡¡PIENSA!! – volvió a gritar el muchacho y entonces, el joven recordó el instante en que los Para-mail rodearon su nave y el momento en que les dispararon a él y a Salamandinay – Esto no es real. Esto es algo inducido. ¡¡ESTO NO ES REAL!!

Dominic despertó agitado y se dio cuenta de que estaba en una camilla con una vía puesta en una de las venas del dorso de su mano izquierda, a través de la cual le estaban suministrando una sustancia desconocida. De inmediato, el muchacho se retiró la vía y trato de luchar contra el mareo y la debilidad que sentía. El antiguo había perdido por completo la noción del tiempo y no sabía si habían pasado horas o días desde que le habían capturado.

– ¿Por qué? ¿Por qué hicieron esto? ¿Será que algún grupo desconoció la autoridad del Comandante? – preguntó Dominic aun confiando en su superior – Creo que lo mejor será buscarle y hablar con él – agregó el antiguo mientras llegaba a la puerta; y cuando se disponía a abrirla, pudo escuchar a Andrew hablando con otra persona.
– ¿Cómo va el interrogatorio de la dragona? – preguntó Andrew con marcado interés.
– Sigue mostrando una resistencia impresionante. Durante todos estos días la hemos sometido a torturas muy fuertes y aun así no se quiebra – respondió otro hombre – Sin embargo, estoy seguro de que al final tendremos resultados. Después de todo, siempre podemos usar el suero.
– Entiendo. Igual mi lineamiento se mantiene. El suero será el último recurso. De ser posible quiero conservarla con vida y lucidez – indicó Andrew resolutivo.
– No hay problema. Ahora mismo iré a verla para ver si ha habido algún avance – dijo el otro hombre.
– ¿Días? ¡¡¿Días?!! ¡¡¿Han estado torturando a Sala durante días?!! ¡¿Por qué?! – pensó Dominic sintiendo que su sangre empezaba a hervir.
– Por cierto, ¿Cómo va el trabajo con Dominic? – preguntó Andrew.
– Excelente. Pronto lograremos borrar todo lo que hicieron las Norma con su mente.
– ¿Y sigue dormido?
– Sí. Le mantenemos en una cura de sueño porque así es más fácil trabajar con su mente.
– Esas son buenas noticias. Bien, puedes retirarte – dijo el Comandante y el otro hombre pronto se alejó – Perfecto. Ya con eso todos los cabos quedarán atados. ¿Que las Norma no son el enemigo? ¡Ja! Lo siento, muchacho, pero me temo que eso es algo que no puedo aceptar. Nada ni nadie va a quitarme mi guerra ni mi venganza, aunque tenga que hacer lo que sea, incluso engañar a uno de los míos… Pronto las Norma pagarán por su traición – dijo Andrew con una voz ponzoñosa para luego retirarse.
– Fui un completo idiota… Sala… ¡¿Qué te he hecho?! – pensó Dominic apretando los puños con tanta fuerza que sus palmas empezaron a sangrar – Pero no es momento de lamentarse. Necesito sacar a Sala de aquí cuanto antes.

Dominic conocía la red de ventilación del cuartel como la palma de su mano y de inmediato buscó un banco para subirse y romper el ducto de la habitación con el fin de meterse y poder moverse sin ser detectado. Por fortuna, al revisar el pote que contenía el medicamento pudo descubrir que estaba prácticamente entero; y eso implicaba que esa dosis no se había aplicado por lo que su adormecimiento pasaría con relativa rapidez. Sin embargo, el muchacho sabía que no tenía demasiado tiempo por lo que debía actuar rápido.

– Lo primero es hacerme con un arma y luego iré a buscar Sala – pensó Dominic decidido.

El joven llegó al centro de control del piso donde estaba y sin dudar saltó sobre los dos operadores para noquearles antes de que pudieran reaccionar. Luego se metió en la computadora para ubicar el sitio donde estaba Salamandinay y el lugar donde estaba su Ragna-mail.

Poco después, Dominic estaba de regreso en los ductos armado con dos subametralladoras que había tomado del centro de control. El muchacho sabía que Salamandinay estaba retenida en el piso inferior y que su Ragna-mail estaba dos pisos más arriba. La situación no pintaba bien, pero el antiguo sabía que si lograba llegar a Sala antes de que dieran la alarma entonces tendrían una oportunidad.

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Salamandinay estaba con pocas fuerzas y tirada en el suelo de la celda donde la tenían retenida. La princesa había sido torturada prácticamente desde que recobró el conocimiento tras recibir el dardo tranquilizante. Electricidad, cortes, golpes, ahogamiento, quemaduras; los antiguos querían quebrarla a como diera lugar así que cada vez se medían menos.

Sin embargo, Salako se mantenía firme y se rehusaba a hablar. Obviamente su ira contra sus captores crecía cada minuto; y Dominic tenían un lugar especial en el altar de enemigos. De pronto, la puerta de la celda se abrió y un hombre con una bata blanca ingresó acompañado de los dos verdugos encargados de la tortura.

– Señorita, de verdad no me gusta ver que la estén maltratando – dijo el hombre de la bata – ¿Por qué no nos dice lo que queremos saber? Así podrá dejar de recibir castigo e incluso podrá irse – ofreció con una voz y gestos de mucha amabilidad.
– ¿Quiénes son Ustedes? ¿Qué es lo que buscan? – preguntó la mujer haciendo caso omiso a las palabras del otro – Si no me dicen anda, yo tampoco hablaré.
– Quienes somos no tiene importancia. Aquí lo importante es que sepas que no estás en posición de exigir – respondió el hombre de la bata recordando que Andrew había dejado muy claro que bajo ninguna circunstancia se le podía revelar nada a la dragona.
– ¡Qué valientes son teniéndome aquí! Ya quisiera verlos delante del cañón de una pistola o mejor, enfrente de Enryugo, para ver si seguirían estando tan tranquilos! – exclamó la princesa furibunda – ¿Quieren que hable? ¡Traigan a Dominic! ¡Díganle que si es tan hombre que venga a darme la cara! – añadió Salako pensando en la forma tan cobarde en la que había actuado quien hasta hace nada era su pareja.
– Profesor, no insista, no tiene caso. A esta mujer hay que enseñarle buenos modales primero – dijo uno de los matones para luego pegarle una patada en el vientre a la princesa quien escupió sangre y comenzó a toser.
– ¿Te gusta así? – preguntó el otro matón – ¿Es que eres una de esas mujeres masoquistas? – añadió para luego quemarle el brazo derecho con el cigarro que estaba fumando; sin embargo, Salamandinay apretó los dientes para no gritar.

El cuerpo de Salamandinay era fiel reflejo de todo el castigo que había recibido. Moretones, cortadas, quemaduras y sangre seca eran los adornos que mostraban todo lo que la mujer había sufrido a manos de sus captores. No obstante, la princesa mostró en todo momento una fortaleza tan grande que incluso Andrew comentó que admiraba la entereza de la dragona.

– Esto no va para ningún lado – dijo el hombre de la bata suspirando – Ya es tiempo de usar otros métodos. Ustedes salgan y monten guardia – añadió para luego caminar hacia la puerta acompañado de los dos matones.
– ¿Por qué Dominic? ¿Por qué me hiciste esto? Ni siquiera cuando llegaste me mostré hostil contigo. Fui una idiota al confiar en ti y bien merecido me tengo todo esto – pensó Salamandinay sintiendo el odio apoderarse de su corazón mientras apretaba los puños – Si logro sobrevivir a este infierno te juro que no descansaré hasta que pagues tus crímenes.

Fuera de la celda, los dos matones observaban al hombre de la bata mientras se alejaba y una vez que se perdió de vista, los dos se vieron las caras y con rostros poseídos por la lujuria decidieron entrar para tener otro tipo de encuentro con la dragona.

– ¿Estás seguro? – dijo uno de los hombres teniendo un momento de duda.
– Tranquilo, si van a usar el suero es porque el Comandante ya no la desea para él, así que ya no importa lo que hagamos con ella. Además, una vez que le inyecten eso, no quedará mucho con lo que jugar – respondió el hombre con sadismo.

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Dominic observó toda la escena desde el ducto de ventilación que se encontraba en el techo de la celda. El hombre tuvo que apretar los dientes para no coser a tiros a los tres hombres, pero sabía que la discreción era fundamental en aquel momento. Mientras no estuvieran en el hangar donde estaba el Ragna-mail no podían ser descubiertos.

Sin embargo, su mayor rabia era contra sí mismo por haber caído en la trampa del Comandante. Había sido usado y ni siquiera había opuesto resistencia; y lo peor era que Salamandinay estaba pagando el precio. Dominic habría dado todo por intercambiar lugares con ella, y al verse prácticamente ileso su culpabilidad aumentaba mucho más.

Las palabras de la princesa referentes a su poca hombría fueron como dardos para su alma, pero el muchacho no la culpaba; de hecho, pensaba que tenía razón porque él había permitido que ella pasara por ese infierno. No obstante, ahora finalmente podría ayudarla y ya luego se enfrentaría a su ira.

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Salamandinay supo al ver la cara de los dos matones que esta vez el ataque sería sexual y maldijo estar tan débil porque sabía que no podría impedirlo. La princesa les vio acercarse mientras ambos salivaban con lujuria y no pudo evitar sentir asco ante lo que estaba a punto de suceder.

– Veo que la hombría sobra en este lugar – dijo la mujer con sarcasmo al tiempo que uno de los dos matones la acostaba en suelo y le aguantaba los brazos al tiempo que el otro empezaba a quitarle los harapos que tenía por ropa.

En ese momento la tapa del ducto de ventilación calló encima de la cabeza de quien se disponía a violar a la mujer y casi de inmediato Dominic aterrizó en el suelo de la celda para noquear con la culata de las subametralladoras a los dos matones. Salamandinay vio la escena en cámara lenta, e inconscientemente una parte de ella se sintió feliz de verle y sobre todo de ver que la estaba rescatando de la violación.

– Sala, no tenemos mucho tiempo. Tenemos que irnos de aquí – dijo Dominic visiblemente nervioso. Sin embargo, pronto la princesa se dejó llevar por su ira y golpeó a Dominic para luego despojarle de una de las dos armas con la que luego le apuntó.
– ¿Este es otro acto de la obra? ¿Venir a hacerte pasar por el héroe para ganarte mi confianza de nuevo y que hable? – preguntó la mujer mientras luchaba contra las ganas que tenía de apretar el gatillo.
– Sala…
– ¡NO ME LLAMES SALA! ¡Tú ya no tienes ese derecho! – gritó la mujer dejándose llevar por la furia.
– Tiene razón, Princesa. Y también tiene razón en quererme matar… pero si lo hace nunca va a poder salir de aquí – explicó Dominic usando lenguaje formal – Yo conozco este lugar y sé cómo llegar al Ragna-mail para poder regresar a la Tierra Verdadera. Por favor, sólo quiero alejarla de todo esto. Cuando esté a salvo, le juro que me someteré a cualquier castigo que quiera darme – añadió el muchacho con desesperación.
– ¿Y esperas que te crea? Tú no eres más que un cobarde. Un espía que me utilizó y me hizo vivir un infierno por el simple hecho de abrirte mi corazón – respondió Salamandinay en voz baja pero cargada de dolor – ¿Y esperas que salga de aquí contigo? Debes estar de broma – finalizó con sarcasmo.
– ¡¡No hay tiempo que perder!! Cuando descubran que me he escapado, darán la alarma y si no estamos cerca del Ragna-mail para ese momento todo estará perdido.
– ¡Ja! ¿Pretendes decirme que también eras prisionero? ¡Por supuesto! Verte despeja cualquier duda – espetó la mujer con cinismo.
– ¡¡No hay tiempo para hacer que me creas!! – gritó Dominic perdiendo los estribos para luego apuntar a Salamandinay con su arma.
– Finalmente muestras tu verdadera cara – dijo la mujer complacida y sin dejar de apuntar al otro.
– Está bien, será como quieres. Vete – dijo el hombre suspirando para luego arrojarle su arma a ella – Al salir de la celda gira a la derecha y al final del pasillo verás unas escaleras. Sube tres pisos y luego ve a la izquierda, en la cuarta puerta a mano derecha está la sala de armas y allí está el anillo del Ragna-mail. Tendrás que someter a quienes lo custodian para tomarlo. Luego, al final de ese pasillo está la puerta del hangar. Para cuando llegues allí seguramente ya la alarma estará activada y tendrás que abrirte paso hasta la nave. El resto supongo que no debo explicártelo. Buena suerte y espero algún día puedas perdonarme – añadió Dominic derrotado al tiempo que se sentaba en el suelo y observaba a la mujer quien se dirigía hacia la puerta sosteniendo las dos armas de fuego.

Salamandinay tuvo como primer impulso irse y abandonarlo, pero entonces pensó en algo que no había tomado en cuenta. Ella no sabía hacer que los Ragna-mail se teletransportaran, por lo que el plan de escape sin Dominic sólo la llevaría quizás a una intensa batalla para salir de donde se hallaba y quedar a la deriva sin posibilidad de comunicarse con su gente. Esto hizo que la mujer se devolviera y encarara al hombre.

– Ten. No estoy confiando en ti, pero tú eres capaz de hacer que el Ragna-mail vaya a la Tierra Verdadera y yo no. Muéstrame el camino – dijo Salamandinay apretando los dientes por tener que ceder mientras le daba una de las subametralladoras al hombre.
– Bien, todavía tenemos tiempo, sígueme – dijo Dominic aliviado y ambos salieron de la celda.

Obviamente una parte de ella quería perdonarle y confiar en él, pero en esos momentos esa parte era muy pequeña y la princesa realmente pensaba abandonarle a su suerte. Aunque considerando el caos emocional que vivía, quizás esa razón del viaje a la otra Tierra fue algo buscado con desesperación por esa parte que quería salvarle.

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Dominic y Salamandinay llegaron a las escaleras y tuvieron suerte de que no hubiera nadie en ese momento; el antiguo le hizo una seña a la dragona y los dos subieron a toda velocidad los tres pisos para llegar al pasillo donde estaban la sala de armas y el hangar. Hasta ese momento todo iba viento en popa y había poco movimiento de personas. Entonces, el hombre le dijo a la mujer que se escondiera detrás de una pared saliente y con sumo cuidado entró a una oficina. Luego, al confirmar que no había nadie, la llamó y luego los dos se metieron en el ducto de ventilación.

Ambos se arrastraron hasta quedar por encima de la sala de armas y Dominic constató que había dos personas a parte del encargado. El muchacho le explicó a la joven que iba a usar la salida más lejana al mostrador para noquear a los dos sujetos, y le pidió a ella que usara la otra salida para someter al encargado. Además, le advirtió que debían ser muy rápidos para impedir que el encargado activara la alarma.

Dominic se acercó a la salida del ducto y esperó hasta que los dos hombres estuvieran lejos; luego con sumo cuidado quitó la tapa sin dejarla caer y giró su cara para ver el progreso de Salamandinay. La mujer ya había hecho lo propio con la tapa de la salida que iba a usar y Dominic le hizo señas para que esperara que él actuara.

El muchacho se dejó caer en silencio y se ocultó detrás de unos estantes, luego esperó que uno de los hombres se acercara y con una enorme velocidad se ubicó detrás de él para aplicarle la técnica de estrangulación hasta dejarle inconsciente. Acto seguido, ubicó la posición del otro sujeto y repitió la operación. Una vez que había neutralizado a los dos hombres, Dominic dio un ligero silbido y Salamandinay de inmediato se dejó caer para quedar frente al encargado.

El hombre que tenía la responsabilidad de cuidar la sala de armas no tuvo tiempo de reaccionar y cuando quiso hacer algo ya tenía el cañón de la subametralladora apuntando a su cabeza.

– Dame el anillo para pilotar el Ragna-mail. Te aconsejo que no pruebes mi paciencia – dijo Salamandinay con voz baja, pero con una expresión facial que daba pánico.
– Por favor, no me mate, se lo ruego – dijo el hombre visiblemente nervioso.
– El anillo, no lo voy a volver a repetir – dijo Salamandinay a punto de apretar el gatillo.
– Está bien, está bien… aquí tiene – dijo el hombre tan aterrado que se orinó los pantalones, mientras sacaba el anillo de una gaveta del escritorio y se lo daba a la mujer, quien luego le noqueó con la culata del arma.
– ¡Perfecto! Pero ahora viene lo más difícil. Necesitamos llegar a la nave, así que prepárate porque dudo mucho que sea un viaje tranquilo – dijo Dominic.

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Una enfermera se encontraba haciendo su ronda y era el momento de chequear al paciente Dominic. La mujer estaba relajada y entró a la habitación complacida porque le agradaba el chico que estaba en ella, después de todo, era un hombre bien parecido.

Sin embargo, su buen humor se disipó en milésimas de segundo cuando se dio cuenta de que le habitación estaba vacía. La enfermera entonces fue corriendo al teléfono que estaba ubicado en el cuarto y de forma frenética marcó un número que la comunicó a la central.

– ¡El paciente Dominic ha escapado! Repito, ¡el paciente Dominic ha escapado! ¡Hagan sonar la alarma de inmediato! – gritó la mujer y segundos después un sonido característico se dejó escuchar en toda la base.

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Andrew se encontraba leyendo uno de sus libros cuando escuchó la alarma sonar y de inmediato presintió lo peor; por ello se puso de pie para salir y en ese momento Hans entró con la cara blanca como el papel.

– Comandante, Señor. Dominic ha escapado – dijo el joven sin poder creer lo que estaba pasando.
– ¡Maldita sea! ¡No me habían dicho que todo estaba bajo control! – espetó Andrew furibundo – ¡Revisen de inmediato la celda de la dragona!
– Ya lo hicimos y también ha escapado – respondió el teniente bajando la cabeza.
– Que todo el personal disponible se dirija al hangar. Dominic buscará usar su Ragna-mail y bajo ningún concepto. Óyeme bien, ¡BAJO NINGÚN CONCEPTO NI ÉL NI ELLA PUEDEN SALIR VIVOS DE AQUÍ! Si ese par escapa van a rodar cabezas – dijo el hombre poseído por la ira.
– De inmediato, Señor – dijo Hans para luego salir corriendo de la oficina a cumplir las instrucciones.

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Dominic no pudo evitar estremecerse al escuchar la alarma activarse, pero aun así se armó de valor para hacer lo que debía hacer. Su meta era llevar a Salamandinay con su gente. Ya luego lo que pasara con él no tenía importancia; pero no podía rendirse hasta salvarla.

– Ya se acabó el sigilo. Ahora es el turno de las balas. No te alejes de mí, yo iré delante atrayendo el fuego enemigo – dijo Dominic tras ubicar la posición del Ragna-mail.
– Está bien – dijo Salamandinay en un tono gélido que de alguna forma hirió al muchacho.

Dominic fiel a su plan entró corriendo al hangar y Salamandinay le siguió. De inmediato se empezaron a escuchar los disparos. Una lluvia de balas inundó el hangar y si la pareja no había caído abatida había sido gracias a la cantidad de aviones, vehículos, grúas y contenedores que había en el lugar y que les servían de escudos.

Obviamente, esa primera parte era la más sencilla, pero el tiempo jugaba en contra. Cada segundo implicaba más refuerzos y si tardaban demasiado no iban a poder llegar a la nave. Además, la última parte del recorrido era sobre la pista y allí iban a estar totalmente expuestos.

No obstante, el muchacho luego de pensar un poco logró idear una estrategia que consistía en hacer explotar la mayor cantidad de naves posible. De esa forma podrían repeler a los defensores y darse tiempo de llegar al Ragna-mail; sin mencionar que el caos y el humo serian sus mejores aliados.

– Bien, no hay tiempo que perder, tan pronto estallen las dos primeras naves correremos sin parar hasta el Ragna-mail – dijo Dominic.
– Ok.

Dominic entonces abrió fuego al lugar donde estaba el tanque de combustible de una de las naves y casi de inmediato la misma explotó; acto seguido hizo lo propio con otra y en ese momento la pareja arrancó a correr en dirección a su objetivo. Esa estrategia tomó por sorpresa a los defensores quienes de inmediato abandonaron sus posiciones buscando salvar sus vidas.

No obstante, el joven sabía que aquello sólo les había dado un pequeño margen de tiempo. Muy pronto, los mandos tomarían el control y la retaliación no se haría esperar. Por esa razón, Dominic continuó haciendo explotar naves con el fin de extender ese margen al máximo.

El antiguo le indicó a Salamandinay que se mantuviera justo detrás de ella y el joven se dirigió hacia los aviones que se estaban incendiando para que el humo les ocultara; evidentemente esa maniobra era muy arriesgada porque una explosión secundaria podría acabar con las vidas de ambos en un instante. Sin embargo, esa estrategia seguía siendo más segura que simplemente correr por la pista quedando totalmente expuestos.

El muchacho entonces vio su Ragna-mail y en su corazón empezó a aparecer algo de esperanza; por primera vez pensó que de verdad podrían lograrlo. Por desgracia, justo en ese momento se retomó la lluvia de disparos. Y si aquello no fuera lo suficientemente malo, una bala rozó el hombro de Salamandinay y otra, rozó el muslo de Dominic; obviamente, las heridas no eran de gravedad, pero ambos impactos les obligaron a detener su carrera y en ese momento el miedo empezó a dominarles.

Después de todo, ambos se encontraban en una situación precaria y objetivamente las oportunidades de salir con vida eran pocas; de hecho, la mente de Dominic empezó a divagar y se fue al momento del enfrentamiento contra Embryo. En un momento del combate era evidente la derrota en los rostros de todos.

En ese instante, Dominic pensó en rendirse, pero inmediatamente después se maldijo por su cobardía y sin darle más vueltas al asunto tomó a Salamandinay de la mano y reinició la carrera hacia el Ragna-mail. Fue entonces cuando varios soldados aparecieron ante ellos, pero el muchacho no dudó en abrir fuego para quitarles de en medio.

Salamandinay notó el cambio en el chico y el contacto de su mano con la de él hizo que las emociones de la mujer se estremecieran; no obstante, en ese momento la prioridad era otra, por lo que la dragona se enfocó en apoyar al otro para poder llegar a la nave. Segundos después, los dos estaban montándose en el Ragna-mail, el cual empezó a recibir los disparos de los defensores; lamentablemente, en la cabina estaban dos soldados quienes les estaban esperando para asesinarles.

Por suerte, Dominic ya se había imaginado algo como eso y sin vacilar abrió fuego contra sus dos compañeros, quienes sorprendidos por la reacción del otro cayeron sin vida. Acto seguido, el muchacho sacó los cuerpos de la cabina y se dispuso a encender la nave.

Lo que ninguno de los dos sabía era que Andrew había mandado a sabotearla para que llegado el momento, la misma no arrancara. El Comandante era un hombre muy previsivo y a pesar de tener todas las condiciones a favor, no dudó en armar un plan B, en el caso de que el plan principal fallara.

– Maldición. ¡Maldición! ¡¡MALDICIÓN!! – gritó Dominic mientras golpeaba el panel de control con rabia.

Salamandinay hasta ese momento tenía dudas de las verdaderas intenciones del muchacho; sin embargo, al verle en semejante estado de desesperación y pánico no pudo evitar pensar que quizás él de verdad estaba intentando ayudarla a escapar.

– Dominic… – empezó a decir la princesa, pero no llegaron más palabras a su boca.
– ¡Vamos! ¡Vamos! ¡No me abandones ahora! – continuó gritando Dominic sin escuchar a la mujer, al tiempo que empezaba a llorar.

Cerca de allí, Andrew hacía acto de presencia y se dirigía en un carro hacia el Ragna-mail, acompañado por muchos soldados, varios de los cuales llevaban lanza granadas. El Comandante sonreía complacido al ver que su plan B había funcionado a la perfección.

– Comandante, Señor. ¿Qué hacemos? – preguntó Hans dubitativo – ¿Les capturamos?
– Ellos ya no son necesarios. ¡Soldados! ¡Abran fuego! – ordenó Andrew dirigiéndose a quienes tenían lanza granadas – ¡Les quiero muertos!

Dominic y Salamandinay giraron sus rostros al escuchar la voz de Andrew y con terror pudieron observar cómo varias granadas se dirigían a toda velocidad hacia donde ellos estaban. En ese momento, el espíritu de lucha de la princesa de extinguió y la mujer sólo pudo apretar los puños para esperar lo inevitable. Sin embargo, Dominic tuvo una subida de adrenalina y decidió hacer un último intento.

– ¡¡POR FAVOR!! ¡¡¡AYÚDAME A SALVARLA!!! – gritó el muchacho.

Notas del Autor

¡¡Wow!! No sé Ustedes, pero, al igual que Dominic, yo también he tenido un subidón de adrenalina escribiendo la última secuencia. De nuevo, lamento la demora, pensaba actualizar mucho antes, pero me surgieron varios imprevistos. A ver si a partir de ahora puedo mantener el ritmo de un capítulo semanal.

Ya entramos en la segunda parte de la historia y acá vamos a tener mucho más movimiento que en la primera; ¿recuerdan que les prometí que luego de sentar las bases vendría la acción? Pues acá empiezo a cumplirles.

Muchas gracias a todos los que me leen y a los que me dejan sus comentarios. Y ya saben, si quieres comentar no duden en hacerlo, sus opiniones son bienvenidas. Nos vemos en la próxima entrega.

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