(Buenos Aires, 23 de Octubre, O’kuroku).- Sabíamos que no sería fácil poder estar al mismo nivel visual que la primera Blade Runner, pero Roger Deakings, el director de fotografía, logró apropiarse de este mundo futurista y expandirlo. Nos lleva a pasear por dentro y por fuera de la ciudad de Los Angeles, mostrándonos de qué es capaz el avance.

La secuencia inicial hace referencia al film anterior, la película de Ridley Scott, comenzando por un primer plano de un ojo, aquella ventana al mundo interior de cada ser, y el elemento selecto para determinar quiénes son humanos y quienes replicantes.
Si bien en la Blade Runner original se trabajaba la imagen desde algo que se veía siempre a través de otra superficie, es decir, la realidad nunca puede ser vista como realmente es, la verdad como tal no existe y solo podemos percibir (contaminadamente, o atravesado) el mundo y la verdad, en Blade Runner 2049 la imagen predominante son las siluetas.

Blade Runner 2049

A Roger Deakings le gusta trabajar el plano desde el recorte y el contraste,  personaje-fondo, historia-contexto; lo vemos tanto en Blade Runner  como en Skyfall, Prisioners, No country for old men, Fargo o The Big Lebowski . Fuertes diferencias, mayor impacto. Una vez más la historia en este mundo distopico es contada borrosamente, no vemos clara y nítidamente el objeto. Lo vemos pero no lo vemos. Hay una alusión al mundo de las ideas platónico, aquello abstracto que solo puede concretarse de una manera indirecta e imperfecta, jamás igual al original. También trabaja con las superposiciones desde el plano del holograma: la sensualidad, el tacto y el amor curiosamente están representados por situaciones donde la imposibilidad del contacto es evidente.

Es un mundo donde los replicantes son asociados a la pulcritud, lo minimalista, el no-tacto (K usa guantes), con lo cual la intimidad física y emocional cobran un rol importante en este film. Los humanos, por otro lado, están asociados a enfermedades y miseria, a lo palpable. Uno de los ejes temáticos es que la visión puede ser un sentido sobrevalorado: en este film se pone de manifiesto la importancia del tacto con respecto a lo real e incluso de lo abstracto (como por ejemplo, el amor). El deseo de concreción es muy fuerte cuando se trata de situaciones de lazos afectivos, sean humanos o no.

A lo largo del film, K (Ryan Gosling) va experimentando un sesgo de humanización en torno al tacto, desde una situación erótica (quizás una de las mas icónicas del cine de este año) hacia el final donde se saca el guante para sentir el tacto de la nieve. La emocionalidad de las Inteligencias Artificiales parece retomar varios de los puntos que plantea HER de Spike Jonze y les da una vuelta de tuerca.

Elvis Presley

Ampliando la pregunta que abre Blade Runner, ¿qué es lo que hace a un humano?, pasamos de una primera instancia donde los sentimientos no son suficiente para humanizar un ente, sino que para que eso tenga un peso y un sentido tiene que estar dotado/a de memorias, tiene que haber algo que nos ancle al mundo: un pasado. Ese pasado además de manifestarse en memorias internas, estaba plasmado en fotografías, uno de los personajes incluso poseí a una colección de fotos, el cual era su objeto más preciado.

En el nuevo film, no alcanza con tener memorias: la temática se presenta sutilmente a través de un poema de Vladímir Nabókov que aparece en su libro Pale Fire (que a su vez aparece al principio de la película). El poema es utilizado como mantra para control de eventos post-traumaticos de los replicantes (por ende, ver que mantengan una eficiencia propia de una maquina),  donde deben repetir palabras claves del mismo.

Pale Fire es un libro escritor por Nabókov (autor real) acerca de un poema escrito por un autor ficticio, que contiene índice y comentarios de un auto-elegido editor, está secuencia es relativamente análoga a varios de los personajes dentro de la película: lo ficticio dentro de lo ficticio.  En el poema, el autor narra sucesos de su vida, entre ellos, una experiencia cercana a la muerte. Luego de esa experiencia, encuentra una revista donde una mujer narra que al morir había visto una fuente blanca (a White fountain), al leer esto el autor se siente identificado pues él había visto lo mismo: al contactarse con la revista resulta ser un error de tipeo, en lugar de White fountain debería decir White Mountain (Montaña blanca).

Esto nos deja con la conclusión de que, un mismo evento o texto, puede ser interpretado, reinterpretado o malinterpretado. Esa es la cuestión con las memorias, al igual que en Memento de Christopher Nolan, una misma imagen o suceso puede devenir es diferentes sentidos. La narrativa que generemos del mundo en torno a eso se manifestara de manera diferente según como sea.

Si las memorias nos ayudan a construir sentido entre nuestra propia individualidad y el mundo exterior, ¿qué sucede cuando esas memorias son implantadas? Es una temática que se preocupa por abordar esta película. The past is just a story we tell ourselves (“El pasado es solo una historia que nos contamos a nosotros mismos”) dice Samantha, el sistema operativo inteligente, en Her.

Al final, la cuestión acerca de si Dekard (Harrison Ford) es humano o replicante, deja de importar en tanto se remarca que no hay diferencia plenamente substancial para determinar qué separa a los humanos de los replicantes.

Por Abril Taker

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